Uno de los aspectos fascinantes del encargo es la posibilidad de que el cliente participe en la elaboración de la obra, de dejar su impronta en ella.
Sé que el verdadero valor de una obra dependerá, más allá de mi capacidad técnica y artística, de la cantidad y de la cualidad de energía empleada durante su elaboración.
En este sentido podríamos hablar de obras que llegan a adquirir cualidades de entidad mágica, casi de ser vivo que, desde que nace, va acrisolando conciencia.
Considero que el precio de mis obras está en consonancia con sus valores intrínsecos. La nobleza de sus materiales, la riqueza de la ejecución, las horas de trabajo, el conocimiento desplegado o su potencia estética son algunos de los valores legítimos que tengo en cuenta para determinarlo.
¿Qué tipo de obra puedes encargar?
Retratos
¿Desde dónde miran los ojos de los cuadros? Los retratos manifiestan misterios insondables.
Lugares del alma
El artista, como un medium, puede dar forma y color a tus sueños y tus símbolos personales convirtiéndolos en seres vivos. Aunque nunca serán como tú los recuerdas, serán seres nuevos que sin ti no habrían visto la luz, y con los que emprenderás una aventura nueva.
Así trabajo:
Necesito conectar con el cliente
Cuando un cliente me hace un encargo necesito conectar con él. Necesito conectar. Para ello le voy a proponer que se implique, lo voy a invitar a aportarme material energético en forma de tiempo, dedicación y energía, imágenes, historias, recuerdos, anhelos. Esto no es imprescindible, pero puede ser apasionante.
Siempre es mejor el encuentro personal, pero, cuando no es posible, la tecnología nos permite establecer una relación virtual. Veremos qué información podemos intercambiar, para que yo pueda iniciar un proceso de estudio.
Necesito recorrer de manera vital los caminos y entresijos de la obra en que voy a trabajar.
La importancia de los materiales:
Qué duda cabe de que un verdadero artista puede hacer arte con cualquier material, desde el oro al estiércol. Pero, en virtud de esa misma sensibilidad, cuando haya de abordar un encargo para un lugar especial elegirá materiales nobles consonantes con ese lugar y con la excelencia que espera alcanzar.
Yo considero que los aspectos sutiles que impregnan una obra de arte constituyen su verdadera esencia. Más allá de los logros técnicos, de la tendencia en la que pueda encuadrarse un cuadro, del reconocimiento de su autor o del precio que tenga en el mercado, la naturaleza esencial de lo artístico es sutil. Y para que la obra pueda albergar esas sutilezas es imprescindible cuidar en extremo la elección y el tratamiento de los materiales.
Cuando estoy preparando una obra importante me propongo siempre llevarla lo mas lejos posible, intentando que cada paso la vaya preñando de sacralidad. Para eso creo importante elegir materiales orgánicos, que hayan vivido, que contengan las memorias de los seres que los produjeron. ¿De qué región proceden los cristales de calcio en polvo que vamos a aplicar, qué memorias traen? ¿En qué momento de la evolución de la tierra se formaron? ¿Cómo habrá sido la vida de los conejos cuyos huesos y piel sirvieron para fabricar la cola? ¿Y el agua que les sirve de vehículo y calentamos en el fuego, cuántas veces habrán cumplido sus moléculas los ciclos de la naturaleza, qué mares habrán nutrido, qué seres habrán hidratado? A partir de ahora estos materiales y sus memorias quedarán confinadas en un lienzo, y durante muchos años van a ofrecer su vibración y su vitalidad interna a la obra que se va a construir sobre ellos.
Es evidente que, desde un punto de vista práctico, estos matices carecen por completo de sentido, son casi absurdos. Pero desde el punto de vista sutil de la aventura de la consciencia, que es en realidad en lo que consiste la aventura del Arte, todo cuenta y todo importa. La obra no emitiría la misma vibración si yo solamente me ocupara de la confección de una imagen, con no se sabe qué productos y sobre una superficie estéril, buscando tan sólo el efecto aparente. No es lo mismo, de ninguna manera es lo mismo.
Oficio. Calidad. Cualidad.
El Soporte
Cuando asistimos a un evento importante nos vestimos con nuestras mejores ropas. Cuando recibimos invitados distinguidos montamos la mesa con la mejor mantelería y la mejor vajilla. El pan y el vino se consagran en copa y patena de oro. La ocasión de excelencia, y aún más, de sacralidad, requieren de nosotros una actitud también excelente o sagrada.
El soporte es uno de los elementos clave. Si aspiro a crear una obra importante elegiré un buen papel hecho a mano, una tela de lino belga montada sobre un sólido bastidor de pino Flandes, o una tabla de álamo bien seca y sin nudos. Después de todo, el cuadro es para el pintor lo que el crisol para el alquimista, el recipiente donde buscará la transmutación del plomo en oro, de la materia grosera en materia espiritual.
La Imprimación
Una vez dispuesto el soporte, a su medida y limpio, procedo al segundo paso, la imprimación.
Imprimar es extender sobre el soporte un producto que lo proteja de la acción bioquímica de los aceites, esencias, resinas y pigmentos, que le confiera la textura y la luminosidad deseada a la superficie que recibirá los colores, y que facilite la adherencia de la pintura.
En esta fase es fundamental la actitud de trabajo pues el resultado de la obra final dependerá en muy gran medida del grado de receptividad energética y técnica de la superficie lograda.
Pinturas, Pigmentos, Aceites
Siempre pinto mis cuadros con el mayor interés, la mayor entrega, procurando que cada pincelada esté guiada por la inspiración y la vocación de excelencia. Pero en algunas ocasiones aspiro a que la obra vaya mucho más allá. Y es que algunos cuadros pueden llegar a ser mucho más que un cuadro.
Una pintura, en virtud del empleo de determinados materiales (cuarzo, obsidiana, oro, rubí etc,) y de determinados procedimientos puede llegar a convertirse en una auténtica joya, casi en un talismán mágico.
Los pigmentos derivados de minerales cristalinos (como el lapislázuli, el cinabrio o el oropimente, por ejemplo) poseen misteriosas propiedades vibratorias, capaces de generar tan sorprendentes como sutiles efectos cromáticos y lumínicos que confieren al cuadro un significativo peso específico.